sábado, 13 de septiembre de 2008

Un diagnóstico de la humanidad


En esa frase, se encuentra tal vez una definición acertada de ésta obra del talentoso y premiado autor español Antonio Álamo.

“Los enfermos”, es una metáfora oscura sobre la enfermedad y el poder. Una obra que recurre además, al reto de contar desde el humor, hechos que marcan nuestro presente y nuestro futuro y que deben ser resueltos definitiva e inclaudicablemente desde la memoria.

En sus tres actos, Antonio Álamo expone a sus criaturas, en éste caso, los líderes que manejaron e influenciaron los destinos de la humanidad en el siglo XX, Hitler, Churchill y Stalin, descarnadamente desnudos en su intimidad. La intimidad del poder enfermizo y enfermante.

No puede catalogarse como una obra de teatro histórico. Sus personajes están desdibujados y puestos en duda. Utiliza la historia solamente como excusa para exponer lo negado.

Desmitifica la Historia y diagnostica su mal.

Dice Antonio Álamo: “La historia es un auténtico despojo de los muertos. Todo lo que somos hoy gira alrededor de lo que esos muertos nos dejaron”

Estos enfermos crónicos de la historia, nos remiten a protagonistas más actuales igualmente marcados por la enfermedad. Seres rodeados de protección, metidos en agujeros, escondidos como parte de su hábitat natural, enjaulados en la soledad demencial y acechados por la paranoia.

Hitler, Churchill y Stalin, los principales personajes de la obra, definen sus características a través de sus historias clínicas.

Manejan el poder y se reparten el cadáver físico y geográfico del mundo.

El viaje de los restos de Hitler desde el Búnker en Berlín a los sótanos del Kremlin se transforma en un acto simbólico de la semilla ideológica, supuestamente enterrada junto con la derrota y que hoy vemos tímida, pero con sostenido y temible crecimiento, comenzar a brotar sin distinción de países, credos o razas.

La obra comienza hundiendo esas raíces en la tierra abonada con el cadáver de Hitler y culmina (la representación) con Stalin muriendo como un Hamlet del siglo XX, con la calavera en la mano, y Kruschev , su sucesor, paradójicamete honrando y besando a la nueva calavera.

El círculo de la representación se cierra entonces dejando crudamente expuesto que lo tenebroso del poder diluye las diferencias ideológicas, generaliza como método válido la pasividad enfermiza de las sociedades, para imponer la impunidad de la crueldad, aun en políticas supuestamente opuestas.

A modo de profecía, Stalin, expresa como el terror, el asesinato político, por racismo o religión, siguen siendo formas extendidas de los gobiernos que intentan, inyectando el miedo, hacernos soportar aceptablemente el mal y regir así los destinos de nuestro mundo globalizado.

Pero la sagacidad e inteligencia de “Los Enfermos”, está en la utilización del humor para que podamos reflexionar sobre lo ocurrido y lo que sigue ocurriendo.

Liberando el humor nos hace tomar una saludable distancia para evitar el sufrimiento que nos plantea la realidad y definitivamente ayuda a combatir la vergüenza de una sospechosa amnesia colectiva.

¿A quienes les damos el poder?

¿En manos de quién estamos?

Ellos están enfermos y nosotros… en conciente e inconciente peligro.


No hay comentarios: